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Museo El Dique

La historia del astillero de Matagorda abarca cuatro etapas definidas por las seis empresas que la han regentado: Antonio López y Cía. (1878-1881), Cía. Trasatlántica (1881-1914), Sociedad Española de Construcción Naval (1914-1969) y Astilleros Españoles, S.A. (1969- 1975).

Fotografía número 2345 del año 1928
1878-1881
1878-1881
1º Etapa

Antonio López y Cía.

Fotografía número 4956 del año 1950
1881-1914
1881-1914
2º Etapa

Cía. Trasatlántica

Fotografía número 4289 del año 1949
1914-1969
Fotografía número 375 del año 1940
1969- 1975
1969- 1975
4º Etapa

Astilleros Españoles, S.A.

Fotografía número 236 del año 1923
1977- Hoy
1977- Hoy
Actualidad

Museo ``El Dique``

Fotografía número 2345 del año 1928
1º Etapa

Antonio López y Cía.

(1878-1881)

La empresa Antonio López y Cía., fundada en Alicante por el primer marqués de Comillas, era adjudicataria a mediados del siglo pasado de la correspondencia pública entre la península ibérica y las islas de Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo, para lo que contaba con una flota de vapores construidos por armadores ingleses. Para sus reparaciones, solo disponía de un pequeño dique estatal en La Habana y recurría en los casos más graves al dique militar de La Carraca (Cádiz) donde, como empresa privada, tuvo que soportar grandes demoras antes de ser admitidos sus barcos. La incomodidad de la situación empujó a Antonio López a plantearse la posibilidad de construir un dique propio en Cádiz, punto neurálgico de sus líneas. Elegido el emplazamiento entre la península del Trocadero y el derruido fuerte de Matagorda, se encargó el proyecto del dique a los escoceses Bell y Miller. Era el año 1871.

La construcción fue autorizada por el Ministerio de Guerra por R.O. de 20 de junio de 1872 y por R.D. de 19 de agosto de 1872 se hizo por Fomento la concesión definitiva, autorizando a la empresa «para construir un dique seco de carenas, antedique, muelles, talleres, almacenes y demás obras necesarias para el desarrollo del establecimiento». Inmediatamente comenzaron las obras bajo la dirección de los ingenieros británicos y del español Eduardo Pelayo.

 

Se construyó en sillería y mampostería, cimentándolo sobre pilotes -presumiblemente de caoba -. Tiene 159 m. de longitud, 27’6 m. de altura y 10 m. de altura de compuertas. En su construcción se invirtieron cerca de cinco millones de pesetas.

fondo-astillero-eldique

El dique se inauguró el 3 de julio de 1878 con la entrada del vapor Guipúzcoa, de la propia compañía, autorizándose su explotación por R.O. de 9 de octubre de 1878. Una vez en funcionamiento el dique, aún quedaban problemas por resolver.

 

El emplazamiento de las instalaciones, próximo a las ruinas del fuerte de Matagorda, obligaba a acatar los requerimientos que exigían las plazas fuertes. En particular, estaba prohibida la construcción de edificios permanentes y la consolidación de terrenos próximos a las fortificaciones. Por otra parte, el funcionamiento del dique exigía la construcción de edificios y talleres permanentes.

Cuando el dique aún estaba en construcción, el 24 de marzo de 1877, visitó las obras el Rey Alfonso XII, quien quedó tan gratamente impresionado que fue él mismo quien instó al Ministerio de Guerra a entablar negociaciones con la empresa de Antonio López para llegar a un acuerdo sobre la posibilidad de construcción de fábricas permanentes. Tras varias reuniones, el 28 de junio de 1879 se firmó el acta definitiva por la que la compañía cedía 9.361 metros cuadrados de terreno al Ministerio de Guerra a cambio de poder elevar fábricas hasta una altura de 4’5 metros. Esto permitió continuar las obras y, en 1881, además del dique, estaban construidos diversos talleres (maquinaria, forja, calderería…), oficinas y almacén central.

2º Etapa

Cía. Trasatlántica

(1881-1914)

En 1881 la empresa se transformó en la Compañía Trasatlántica, iniciándose una nueva etapa en la historia del dique. La instalación tenía un cierto aire colonial, reflejo sin duda de las explotaciones industriales que había visto Antonio López en Ultramar. Dentro del recinto se alojaban los propios trabajadores, quienes contaban con viviendas, escuela, enfermería, asilo de huérfanos, teatro e incluso una pequeña capilla donde celebrar sus cultos.

 

En 1886, estando al frente de la Trasatlántica Claudio López, se afrontó un nuevo reto: la posibilidad de construir allí sus propios barcos, lo que le permitiría cortar el cordón umbilical que aún les hacía depender de Inglaterra. Para ello era preciso remodelar las instalaciones y contar con una grada de construcción. En 1889 comienzan las obras, que toman un ritmo desenfrenado. Dos años después el sueño se conseguió y el 9 de mayo se botaba el Joaquín del Piélago, de 100 toneladas de desplazamiento, rompiéndose definitivamente las amarras que hasta ese momento ataban la compañía a los armadores ingleses. Era la primera vez en la historia que una compañía naviera española contaba con astillero propio.

Fotografía número 4971 del año 1958
4º Etapa

Astilleros Españoles, S.A.

(1969- 1975)

El 1 de diciembre de 1969 se creaba Astilleros Españoles, S.A. unidad empresarial que englobaba la Sociedad Española de Construcción Naval, Compañía Euskalduna de Construcción y Reparación de Buques y Astilleros de Cádiz S.A. Al formarse la nueva empresa se acordó la ampliación del astillero con la construcción de nuevas instalaciones, entre las que se incluía uno de los diques secos mayores del mundo, de modo que la actividad pasase a estas instalaciones, que constituyen la actual factoría de Puerto Real.

 

El cierre total y definitivo del antiguo astillero, cuyo recinto y elementos supervivientes han sido ahora recuperados, se produjo en febrero de 1977, apenas unos meses antes de que el histórico dique cumpliera los 100 años de servicio.

Fotografía número 375 del año 1940
Fotografía número 236 del año 1923
Actualidad

MUSEO ``EL DIQUE``

(1977- Hoy)

En diciembre de 1989, hace ya casi 28 años se inició un proyecto que, sin lugar a dudas, en esos años pasaba, cuanto menos, por insólito. Se trataba de ordenar, cuantificar y valorar el patrimonio acumulado durante más de cien años por el clausurado astillero de Matagorda y que en aquellas fechas permanecía depositado en las obsoletas y abandonadas instalaciones de la vieja factoría.

Aunque en los primeros momentos se desconocía, (tampoco se sabía qué podía aparecer en aquellos antiguos talleres), en qué acabaría la iniciativa, lo cierto es que el equipo de profesionales encargado de realizar aquellos trabajos preliminares entraba, sin saberlo, en la recuperación, no sólo de viejas instalaciones y materiales, sino de la propia memoria de la industria naval española. Y es que la histórica actividad productiva que había alimentado y mantenido durante casi dos siglos la población de toda la comarca gaditana y de muchas otras regiones del país se personalizaba de alguna forma en aquel desvencijado astillero, en sus inservibles instalaciones y herramientas, y en sus sucios y abandonados archivos.

capilla navantia

Sin embargo, a pesar del lamentable estado que presentaban algunos de los elementos guardados en el recinto de Matagorda, lo cierto es que se había conservado material suficiente como para mostrar la historia de nuestra industria naval y configurar uno de los mejores archivos empresariales del país.

 

A los primeros materiales descubiertos, tras quince años encerrados en sus depósitos, se fueron añadiendo todo tipo de elementos patrimoniales que operarios y técnicos habían guardado en talleres, taquillas y cajones, unos elementos que iban desde viejas fotografías hasta magníficas herramientas manuales de todos los posibles oficios que se encuadran en la oferta profesional de un astillero.

Fotografía número 4488 del año 1946

Expedientes económicos o de personal, proyectos de buques emblemáticos o de obras alternativas a los barcos, herramientas de remachadores, calafates o ebanistas, películas de cine y placas fotográficas de cristal con más de cien años de antigüedad, libros técnicos del siglo XIX, cuadros al óleo de los dirigentes de las viejas compañías propietarias de la factoría, maquetas y modelos de los buques construidos en los astilleros, instrumentos de cálculo y precisión, maquinaria de gran porte y talleres completos soportados por magníficas estructuras metálicas rellenaban a ritmo de vértigo las líneas apretadas de los diferentes inventarios que se elaboraron en los primeros años de trabajo. Hoy, con la labor aún a medias, pero bien ordenada, y la ilusión puesta en el aumento de los fondos disponibles y la mejora nuestras instalaciones, el Museo “El Dique” ofrece al visitante una exposición permanente en las instalaciones visitables y un inmenso patrimonio etnográfico y documental que, a pesar del esfuerzo, aún no ha podido ser inventariado en su totalidad.

Esta herencia histórica, que abarca casi todos los campos del patrimonio, continúa incrementándose con colecciones documentales provenientes de otras latitudes, aunque de origen común: la industria naval. Es éste el caso de los fondos llegados desde los astilleros vascos de Euskalduna y Sestao, los andaluces de Sevilla y Cádiz, la valenciana fábrica de motores en Manises y las oficinas centrales en Madrid.

Hoy, el Museo “El Dique” ya no es un proyecto, sino una realidad instalada para siempre en el solar que en su momento ocupó el primer astillero moderno de nuestro país. Es un museo dispuesto a servir con el mismo entusiasmo con el que fue creado a cuantos investigadores, estudiosos y visitantes en general se sientan atraídos por el apasionante mundo de la industria naval.

logo museo el dique azul

VISITAS PRESENCIALES – ¡YA DISPONIBLE!

C/ Polígono Astillero, Puerto Real, Cádiz
956 00 07 14